jueves, 27 de diciembre de 2007

PASEÌLLO


Hablar de toros en estos tiempos parecería un acto inútil. Destinado al solipsismo. Al monólogo. Parecería ser uno de esos anacronismos que la necedad y la nostalgia nos obliga a sostener. Esto aparece así sobre todo si damos una rápida mirada sobre los desérticos paisajes del toreo actual. ¿Pesimismo? ¿Realismo? Podemos hacer un esfuerzo y alimentar la esperanza con algunos toreros, algunas ganaderías honestas, algunas gestas importantes, algunos empresarios que no pretendan ganar dinero fácil. Sin embargo queda aún así la impresión de que la mayoría de los actores taurinos están sumidos en la mediocridad y la más profunda corrupción. Cerrar los ojos a esto es participar en la decadencia. O hacerse tonto. O recibir algún tipo de beneficio de la situación. Hablar de toros en estos tiempos parecería un acto inútil y cada vez más políticamente incorrecto de acuerdo al aumento de las políticas de las distintas luchas a favor de los animales. Y sin embargo son precisamente éstas las razones por las que uno desea hablar de toros. Los tiempos de decadencia son también aquellos en los que pueden surgir los grandes sismos, aunque parezca que todo está quieto y podrido. Este espacio se plantea esa necesidad y se compromete a ser lo más serio posible en su tarea. Su nombre no se pretende original, ya he podido escuchar y leer este mismo vocablo en otras partes, pero no tengo sino la necesidad de continuarlo por convicción. Creo profundamente en la tauromaquia como en un sitio en donde lo mágico puede darse. Creo en el toro como en la representación telúrica de aquello que en la naturaleza nos sirve de antena para contactar con lo profundo. Creo en el torero como en gestor de la comunicación entre lo invisible y lo visible. Creo pues, en la tauromagia. Aquí se hablará del toreo, de los toreros, de lo antiguo, de lo nuevo y de lo por-venir, de lo que acontezca en el panorama mundial, nacional y de esta ciudad (Morelia) que por fortuna parece dirigirse a una especie de resurrección en cuanto a festejos y movimiento taurino en general. Ojalá sea verdadero y constante. De aquí han salido buenos toreros como Jesús Solórzano, Fernando Ochoa y Mauricio Portillo entre otros. Hemos tenido importantes empresas taurinas como –por mencionar una- la interesante Peña Novillero de los años ochenta. Ha sido tierra de ganaderías claves como Campo Alegre, El Romeral, Rodrigo Tapia, El Junco y Santa Martha. Ojalá pues, este resurgimiento sea verdadero camino para que nuevamente Michoacán levante la mano en el panorama taurino nacional. Habrá también en este espacio poesía, literatura y filosofía como ejes para hablar de los distintos aspectos de una fiesta que no merece muchas de las cosas que le pasan. Se hablará con fuerza, con pasión, con inteligencia y con dureza cuando se considere necesario; por fortuna quien esto escribe no tiene ningún tipo de relación extraña o peligrosa con los actores que muchas veces gustan de que la alabanza “positiva” sea lo único que tenga derecho a escucharse. La fiesta brava merece ser de nuevo eso: celebración, encuentro del pueblo, campo de gestas, posibilidad de la manifestación de lo humano sublime. Este espacio no pretende ser sino un grano de arena en la playa de la esperanza. Así Sea.

2 comentarios:

Ana Vizcaíno Tapia dijo...

Esencia taurina es navegar y naufragar en un mar de ilusión cuyas olas guardan los suspiros de quienes al nacer llevamos corriendo por nuestra sangre el más puro sentimiento de la fiesta más gande, el arte de quienes escribimos nuestra historia en la sombra de la fija mirada de un toro bravo con la tinta que emana de cada pitón que pasa en nuestras vidas, velando a quien lejos de ser nuestro enemigo es nuestro maestro en su lenguaje peculiar y nosotros cual fieles discípulos lo acompañamos desde su arribo a este mundo con las inclemencias del tiempo, su llanto al ser herrado, su furia al ser tentado y su partida del terruño que lo vio nacer y no lo verá morir...hacia el templo que lo espera adornado con claveles y cánticos de olé hasta que su cuerpo inerte llena de nostalgia el ruedo que escogió por altar para engrandecer a quién siempre siguió sus pasos en su efímera estancia pero que inmortaliza en el recuerdo...el recuerdo de aquel amigo que con ternura pedía la dulzura y cobijo de su madre, el que con su llanto pedía suspender el calor del hierro candente, el solitario que se amogotaba ante la presencia del intruso, el que araba la tierra en busca de pleito con un hermano ahora rival, el que se despedía de su cuna percusionando en el cajón a su partida para buscar su despedida de este mundo y transportarse a la inmortalidad no sin antes dialogar con su más fiel confesor a quien dijo sus últimos secretos, el que lo hizo desahogarse y lo adornó alegrando su triste despedida con banderillas de ilusión para luego en secreto de confesión plasmar la más íntegra faena y bordar con los hilos de la pasión su nombre. Por ello mi mas grande homenaje al toro bravo mexicano y a los más fieles confesores de éste, a quienes los entienden y por ende los aman, Gracias a quienes como Chiclanero con su grano de arena forman la mas hermosa de las playas, la Tauromaquia.

CHICLANERO dijo...

QUE PUEDO DECIR DESPUÉS DE TANTAS Y TAN BELLAS PALABRAS? ¡GRACIAS!